María Dolores Guadarrama Orozco (Mexico/
France) was born in the North of Mexico late in the fifties and spent her childhood between the dry wind of the Northwestern Chihuahua, the rigors of the sun and the Rarámuri cold, with the fierce solitude of the canyons, the
harsh coarseness of the land. She has published books of poems, written poems. Her life is a perpetual decree of will and dream and love of flying high. She is presently living and
working in France.
English
I own
a silver syllable, under the tongue,
to invoke your name.
Under the Amazement of the Fig Tree
I will follow the amazement of the fig tree,
with a big basket
-to pick its dark fruit –
I will go with my juniper crown,
under the clearness of the mist,
I will be losing myself
slowly sinking
until completely,
I become so lonely and far
as an outline…
What a Ferocious Sorrow
That uneasiness resting inside you
that time extended and short.
Sweetness that filled your heart
perfect chaos still shining in the shadow.
The city of lights
staircases to heaven... the splending gardens
which I sketched for you,
are frontiers now.
Oh… what a difficult confusion
what ferocious sorrow
Talking About Love
Talking about love, as we talk about God,
in a light dark evening,
watching the boys walk
a Sunday in the middle of two thousand twelve
under a place…
At the frame of a dark door.
Talking about love, and not about sex
or about idle reproduction
and therefore criminal and absurd.
Talking about love, and not the way
my neighbors talk about these matters.
Talking about love, that we look passing
like a shooting star that shudders
into the ocean of the sky.
I Wish I Were the Wind, Love
Love, I wish I were the wind to go in your quest
to quench in your perfume
under your clothes
but you run away like a deer
with scared eyes
and you have sealed your heart
cause you proceed like a fool.
There is a firewood in your eyes
that draws my name
though you deny me the glass of your navel,
the silk of your eyebrows,
or that strong hug of your body.
Love, in this valley of shadows
I am alone.
I search among the trees
of the four seasons
close to the araucaria tree
and wild lilacs
I search in the ivory sand
in the salt of the bubbles
I am looking for love,
with such hope
that waiting hurts me deep inside.
I wish I were wind, love
I wish I were wind
to come and surprise you
right in your bed
and tie your hands out
and tie your hands in.
Arranged is the table for the banquet,
love, where the glasses are waiting
overflowing with wine,
fresh wine, but from old harvests
made for the delight
of your tongue and my tongue
until the drizzle
of a coming summer
makes your shoes happy
Through the Gardens of Mogador
We crossed cities,
fields of daisies and far oceans
we visited castles and domes
and watermark columns
Through the Gardens of Mogador,
among admirable fonts
through the aslept city
tangled to your hugs,
in front of me, passionate.
I became entranced with tears,
under a hat of birds,
redeemed from shadows.
A million golden birds
Ribboned was – I – by the sun at five o’clock, under the clearness of the sky, your voice quoted Poe, the raven of grisly eyes looked at me, she was also happy, and the memory of god treasured her binnacle, her essay of bougainvilleas and hopes.
-Ribboned was I by the clearest light, shaking the tame trade of poet, sat- there-, in front of the event of life.
Spanish
Tengo
una sílaba de plata, debajo de la lengua,
para invocar tu nombre.
Bajo el asombro de la higuera
Iré siguiendo el asombro de la higuera,
con una cesta grande
- a recoger su fruto oscuro-
iré con mi corona de enebro,
bajo la claridad de la neblina,
me iré perdiendo
hundiendo lentamente
hasta que toda yo,
sea de tan sola y alejada
un esbozo…
Qué pena fiera
Esa inquietud que en ti reposa
aquel tiempo dilatado y breve.
Dulzura que ocupó tu corazón
caos impecable que aún brilla en la sombra.
La ciudad de las luces
escaleras al cielo…los esplendidos jardines
que tracé para ti,
ahora son fronteras.
Ah…que turbación tan dura
qué pena fiera.
Hablar de amor
Hablar de amor, como se habla de Dios,
en una tarde claro oscura,
mirando pasear a los muchachos
un domingo en pleno dos mil doce
bajo sitio.
En el umbral de una puerta.
Hablar de amor, y no de sexo
ni de reproducción ociosa
y por lo tanto criminal y absurda.
Hablar de amor, y no como hablan precisamente de esos asuntos mis vecinos.
Hablar de amor, que miramos pasar
como estrella fugaz que se estremece
en el océano del cielo.
Quien fuera el viento, amor
Amor, quien fuera el viento para ir a buscarte
para saciarme en tu perfume por debajo de tu ropa
Pero huyes de mi igual que un ciervo de ojos asustados
y has sellado tu corazón
porque procedes como un necio.
Hay una lumbre en tus ojos
que dibujan mi nombre
aunque me niegues la copa de tu ombligo,la seda de tus ceja aquel robusto abrazo de tu cuerpo.
Amor, en este valle de sombras,
estoy sola.
Busco entre los árboles
de las cuatro estaciones
junto a la araucaria
y las lilas silvestres
busco en el marfil de la arena
en la sal de la espuma
busco amor,
con tal desesperanza.
que de esperar me duele adentro.
Quien fuera el viento, amor
quién fuera el viento
para llegar a sorprenderte
justo en tu lecho
y maniatarte afuera
y maniatarte adentro.
Dispuesta está la mesa del banquete
amor, donde aguardan las copas
rebosantes de vino,
vino fresco pero de viejas cosechas
hechas para el deleite
de tu lengua y mi lengua
hasta que la lluvia menuda
de un próximo verano
ponga felices tus zapatos
Por los Jardines de Mogador
Atravesamos ciudades,
campos de margaritas y lejanos océanos
visitamos castillos de bóvedas
y columnas de filigrana.
Por los Jardines de Mogador,
entre admirables fuentes
por la ciudad dormida
enredada a tus abrazos,
delante de mí, apasionado.
Y me extasié de lágrimas,
bajo un sombrero de pájaros,
redimida de sombras.
Un millón de pájaros de oro
Ceñida estaba –yo– de Sol como a las cinco de la tarde, bajo el claro del cielo, tu voz citaba a Poe y el cuervo de ojos espeluznantes me miraba, ella también era feliz y la memoria de Dios atesoraba su bitácora, su ensayo de buganvilias y esperanzas.
-Ceñida estaba yo de luz clarísima, agitando el manso oficio de poeta, sentada -ahí- frente al suceso de la vida.